domingo, 25 de octubre de 2009

Pongamos que hablamos de Adrián




Ha pasado un año y en Laviana tenemos, desde hace el mismo tiempo un nuevo alcalde. Digamos que el mismo llega al cargo con ganas, pero por casualidad y sin contar con ello. Podríamos decir también que para muchos era un “niñato” un tanto engreído que jugaba a político, pero que estaba por hacer. Para otros no es que fuera el Obama español, pero sí podría llegar a ser un gran político y desde luego en el plano local, estaría cuando menos desubicado y no por su previsible capacidad sino por temprana llegada. Pero bueno, para “los más enterados” en esto de la política local, nada de esto era cierto, más bien todo se presentaba “como pan comido” para la experiencia de la gran oposición local.
Ha pasado un año y el “niñato” va a más. Va a más como persona porque madura deprisa y corriendo como marcan los tiempos. Va a más como político porque marca la diferencia entre quien vive la política y quien pretende ser un vividor de la política. Marca la diferencia porque a pesar de contar con el poder que da la mayoría por contrato, no rehúye el debate ni los compromisos. Y va a más porque como hemos dicho en alguna otra ocasión, pretende no sólo un cambio en la forma de hacer política local sino en las formas de ejercer la política local.
Para muchos el alcalde de Laviana no es nadie, o eso quisieran ellos. Continúa siendo aquel joven con “aspiraciones” de político de alto nivel. Son los mismos que llevan toda una vida a la sombra del poder, los mismos que no aspiran a nada más por incapacidad y por estar acomodados en la “buena y cómoda” oposición.
Entre tanto aquel “niñato” continúa escribiendo su propia historia, y la de todos aquellos que de una u otra forma labran codo con codo su futuro y los años venideros de este concejo. Sin ruidos, sin aspavientos. Sin medios ni miedos pero a los suyo. Sin importarles nada, tan sólo mejorar día a día y hacer camino a la vez que afianzar posiciones.
La Casa del Pueblo (de casi todo el pueblo), ya no tiene un dueño y señor claro. Al supuesto poder de siempre y al que se le supone al sector todopoderoso de las cuencas hay que sumarle el emergente socialismo joven de Laviana y con el a la cabeza su alcalde, Adrián Barbón.
Los “analistas” de barra y la oposición parecen no verlo venir pero hoy aquí dejaremos clara nuestra apuesta para las próximas elecciones locales (o mucho tendría que cambiar) una situación que está cantada y que sólo parecen ver todos los vecinos de Laviana a excepción de aquellos que no quieren ver más allá de sus narices o de las consignas de aquellos que sólo los necesitan y a ellos acuden para el necesario voto para una u otra circunstancia.
Los cambios en el servicio de limpiezas y obras han caído bien en la población, sorprendido a muchos y molestado a bastantes más, pero la operación y el trasfondo del paso dado tiene más calado que todo eso.
Pongamos que un atrevido niñato (ya sin comillas) se planta ante una digamos asamblea voluntaria de trabajadores de los sectores afectados, habla con ellos y les “propone” algunos cambios, mete el dedo en el ojo y crea resquemores, pero a la cara, sin segundos ni terceros, en persona. De ser cierta esta circunstancia más de uno diría ¡olé tus huevos! Pero si además de ser cierta esta circunstancia alguien pregunta… ¿y estos cambios cuándo tendrán efecto? Y la respuesta es… ¡mañana!, todo está más que claro, nos encontramos ante una operación política de gran calado en el plano local, que tiene por objetivo la renovación en el modo, las formas y las personas.
A todo esto sólo omitimos que el protagonista de esta hipotética historia se presentó en el lugar diciendo… ¡yo soy político!
Y claro que lo es… tiempo y tiempos de mayorías, al tiempo.

No hay comentarios: